jueves, 9 de diciembre de 2010

resumen EPILEGOMENOS

La naturaleza humana y la historia humana


El autoconocimiento humano realmente es para conocer sus facultades cognoscitivas, su comprensión o razón. Este razonamiento es hijo de la desesperación, ya que el método intentado para el estudio de la mente fracasó. En el mundo de la naturaleza a estudiar se empieza por una familiarización con las cosas particulares, empezar por observarlas, y una vez familiarizado con estas, entablaremos las leyes que los gobiernan.

Locke coloca al hombre por encima de los seres sensibles y le da toda la ventaja y dominio que sobre ellos tiene. De acuerdo a la posesión de su autoconocimiento. Pero el deseo tentativo de Locke, no era el conocimiento de la mente humana, tan solo mediante métodos análogos a los de las ciencias naturales. Parte del conocimiento humano, lo que Locke quería, es que la mente del hombre se detuviera sobrepasados los limites de su capacidad. Sabiendo que el poder del entendimiento era suficiente para las necesidades. Pero hasta nuestros días, los deseos de Locke no han llegado a entender que es el entendimiento.

Esta argumentación del fracaso en que la ciencia de la naturaleza humana esta envuelta en estos problemas filosóficos desde los siglos XVII y XVIII, es que la ciencia del pensamiento de aquellos hombres no era meramente científico, ya que se contaba con una incipiente psicología. Y este problema se llegó a una explicación más justa ante este fracaso, la cual descansa en que es una deformación del método por la analogía con las ciencias naturales. El fracaso llevó a hacer un estudio mas a fondo y riguroso de su formación como una ciencia aparte para el conocimiento de su pasado y método histórico.

Ya en el siglo XIX, a la historia se le conoce como la reconstrucción de ese pasado, del estudio del ser humano en su integridad, cuyo método es una reconstrucción a partir de documentos escritos y no escritos, críticamente analizados y comprobados. Los tipos específicos de organización humana, la ciudad- Estado, sistema feudal, capitalista, son características de ciertas épocas son las que conceden la única forma social y política en las cuales el intelecto humano tiene realmente inteligente. Por el hecho humano de reconstruir y nutrirse de acuerdo a sus métodos y testimonios , la historia empieza a penas a hilar su cobija en la cual, el historiador tendrá que hacer caso a ella.

Cuando Hegel dijo que la naturaleza no tenia historia, se refirió a que la organización humana cambia a medida que transcurre el tiempo, y las formas de la organización natural no. Ya que la naturaleza en los cambios es una condición, la cual es inherente al hombre, siendo que el propio ser humano racional organiza lo suyo, lo que no esta a su alcance lo omite, pero recuerda que esta dentro de su sistema. Pero el caso de la biología que atribuye a lo organismos vivos un desarrollo en sus formas especificas actuales a través de la evolución. Esta evolución es al mismo tiempo algo parecido a lo que nos presenta Hegel, pero la biología incluye a todos los organismos vivos, todos aquellos seres que no tienen razón de si mismo, pero el hombre tiene razón de su evolución a través del tiempo. Cuando Aristóteles nos advierte el caso de la felicidad del hombre, este dice que esta posesión no es solo en un instante sino que se necesita toda la vida, claramente es una evolución temporal lo que nos describen estos autores. Es una descripción la cual una cosa esta a la vez en la que otra, y se niega de si misma.

Algo parecido sucede en la historia, aquí el historiador, al investigar el pasado debe hacer una distinción la que podría llamarse el exterior y el interior, el exterior como una descripción de todo lo que pertenece en términos de cuerpos y sus acontecimientos: el paso de César, acompañado de hombres, de cierto río llamado el Rubicón en determinada fecha. Por interior, todos lo términos de pensamiento: el desafió de César a la ley republicana. Al historiador le interesa el cruce del Rubicón sólo en lo que tiene relativo a la ley republicana. Pero también debiera interesarle la ley republicana relativo al cruce del Rubicón. Y tratar de recordar que el acontecimiento fue una acción y que la tarea principal es adentrarse en el pensamiento en esa acción. Para el hombre de ciencia, la naturaleza es siempre y puramente un fenómeno, pero, para el historiador no es esto, son cosas que el mira, pero no los mira, sino que mira a través de ellos, para construir el pensamiento que tienen. Siendo a la vez el caso en que la naturaleza tiene su evolución, el hombre se mira a sí mismo, se conoce a través de sus pensamientos que otros han dicho y las acciones que estos hicieron.

Por eso estos procesos no son meros acontecimientos, sino meros procesos de acciones, que consisten en acciones de pensamiento. Toda historia es historia del pensamiento. Historia que va más allá de la pura y única concepción de los acontecimientos. La historia al estudiar las acciones ejecutadas por Julio César, trata de comprender estas acciones, de descubrir que pensamientos tenía César y pensar por si mismo lo que César tenia en mente al momento que decidió ejecutarlas. En pocas palabras ponerse en las sandalias de César, con comprensión el historiador revive los pensamientos pasados, en contexto de sus propios conocimientos y hace crítica, forma propios juicios de valor y corrige los errores que vea en ellos. Pero el corregir estos errores es superstición, ya que no se puede poner en práctica que la historia ayude a detener errores que vayan suceder. La historia debiera ayudar, pero no es su objetivo.

El objetivo de su estudio recae en el conocimiento histórico, aquel que la mente ha hecho en el pasado, y al mismo tiempo, es volver a hacerlo, y este pensamiento que solo se puede conocer en tanto que la mente que la conoce la revive y al hacerlo se conoce. Se conoce por el hecho de tener un conocimiento sobre la historia, o los procesos que tuvieron efecto en ella. Este pensamiento histórico funciona, repensando los pensamientos de Cesar o Nerón cada uno en sus respectivas acciones de pensamiento, y así haciendo una reflexión de las acciones que ellos hicieron. Esto nos lleva a que la llamada ciencia de la naturaleza humana o de la mente humana se resuelve en historia. Se le da su autonomía, se nos muestra una metodología a seguir.

La falacia entre un proceso natural, en el cual muere el pasado y este es reemplazado por el presente, Oswald Spengler advierte que la diferencia entre las matemáticas modernas y las de los griegos, son de acuerdo en su función de su propia época histórica. Esto quiere decir que ese pasado aun sobrevive en nuestro presente. Y sobrevive en nuestro presente cada vez mas, por aquellos que quisieron conocer el conocimiento en esta ciencia exacta. Por sí mismos conocen que el conjunto del pensamiento es una posesión comunitaria, y casi todas las operación que ejecutan nuestras mentes son operaciones que aprendimos de otros que ya las han ejecutado. Pero las han ejecutado de acuerdo a su época, porque un griego no pensaba como actualmente se hace. Este proceso histórico es en sí un proceso de pensamiento y sólo existe en tanto que las mentes que forman parte de él se saben partes de él. Conocen y saben partes de él, por el simple hecho de su autoconocimiento.




La imaginación histórica

El pensamiento histórico es en un sentido semejante a la percepción. Ya que cada uno de ellos tiene como objeto propio algo individual. Esta individualidad es exactamente lo que es necesario para el quehacer histórico, el historiador tiene esta alternativa, a comparación de un químico. Si el historiador lo que piensa es acerca de Isabel de Inglaterra o de Marlborough, o de la guerra del Peloponeso o de la política de los Reyes Católicos. Es porque este pensamiento aunado a su individualidad le permite reconocer ese pasado. Aunque lo que percibimos es siempre el esto, el aquí, el ahora. Ya que existe un momento en que es perceptible hic et nunc. Esto no es proceso para detener su labor histórica. Porque aunque sus objetos son acontecimientos que han dejado de ocurrir y condiciones que no existen, estos se convierten en objetos del pensamiento histórico. El hecho de ser pasado es historia del pensamiento en que se ve envuelto.

El quehacer del pensamiento histórico recae dos partes esenciales, en la estas son la memoria y la autoridad. Pero lo primero es conocer un acontecimiento, y una vez conocido lo primero es ponerse en contacto con él, luego recordarlo, después exponer de él en términos inteligibles, para así finalmente aceptar lo expuesto como verdadero. En la verdad histórica, está es accesible para el historiador porque existe prefabricada en las declaraciones preconfeccionadas de sus autoridades. Pero el hecho de que estas sean autoridades no significa que las tome como su amo. Estas tan solo son declaraciones, son un texto sagrado cuyo valor es enteramente de la continuidad de la tradición que representa.

Aunque la autoridad puede ser charlatana, discursiva, puede haber olvidado u omitido hechos, puede haberlos expuesto torcidamente o por mala fe. Estas autoridades seguirán siendo autoridades y nada más. Pero ante esto el historiador no tiene remedio, ya que para él, en teoría, lo que dicen las autoridades es la verdad, toda la verdad accesible y nada más que la verdad. Este problema es y será, el que el historiador tiene comprobar, verificar y analizar. Porque esto probablemente pueda hacer que el alumno supere al maestro. Y para esto el historiador tiene que ir mas allá de sus autoridades, porque aunque las exposiciones sacadas de estas, le van ayudar más en la medida que aumente su capacidad como historiador. La autonomía del historiador se manifiesta en su forma extrema, en virtud que tiene él para rechazar lo que dicen explícitamente sus autoridades. El historiador acepta lo que sus autoridades le digan, pero no por la autoridad de esta, sino por la suya propia. Ya que esta en su naturaleza critica, lo que cual mente racional como él le diga. Y una vez habiendo satisfecho su criterio de la verdad histórica. Podrá continuar hacia lo que su imaginación, de acuerdo a su conocimiento histórico ayudado de ella.

La imaginación que posee el historiador tiene que ser plus ultra, un buen historiador debe tener una imaginación lo suficientemente vigorosa para volver su narración emocionante y pintoresca. Salvando así unos huecos en la narración, ya que con esto el historiador da a su narración una continuidad histórica. Pero no es una imaginación propiamente ornamental, sino estructural. Basado en hechos verídicos de acuerdo al conocimiento del propio historiador, esta continuidad en la narración es la que permite seguir avanzando en el quehacer de su historia. Cuando Kant demostró que para percibir el mundo que nos rodea, es indispensable para la misma historia, que operando no como la fantasía, sino en su forma a priori, hace el trabajo entero de construcción histórica. Esta construcción, que Kant advierte; es lo que los historiadores deben de tomar en cuenta, para no forzar a manera de sus deseos la historia que quieren demostrar.

Lo imaginario, no es real ni irreal. Porque cabe pensar que la imaginación es esencialmente caprichosa, arbitraria, meramente fantasiosa. Pero la imagen que el historiador se hace de su tema, trátese de una secuencia de acontecimientos o de un estado pasado de cosas, aparece como una red construida imaginativamente entre ciertos puntos fijos, pero si estos puntos fijos son suficientemente abundantes y los hilos tendidos se ha hecho con el cuidado debido, siempre por la imaginación a priori y nunca por la mera fantasía arbitraria , la imagen entera verificará constantemente por referencia a estos datos y corre demasiado riesgo de perder contacto con la realidad que representa.

En lo expuesto anterior, para demostrar la autenticidad de la imagen del historiador en la construcción de su imagen del pasado, esta se encuentra vestida en las fuentes, ya que estas se les conceden créditos. Pero es necesario que el historiador se concentre en las fuentes más importantes a medida que avanza en su investigación. Ahora el problema de estas fuentes es, que cualquier fuente puede estar contaminada. Ante esto el historiador crítico tiene que descubrir estas y muchas otras especies de falsificación. La veracidad a la que el historiador se somete en estas fuentes, sólo puede hacerlo, viendo si la imagen del pasado a donde le lleva el testimonio histórico es una imagen coherente y continua, si tiene sentido. Porque si estas son lo contrario, el historiador no tendría ninguna salida.

Para la construcción de imágenes, narración de acontecimientos, y en parte, descripción de situaciones, la novela y la historia debe haber coherencia, ser explicativas, autojustificantes. Pero la diferencia entre un historiador y un novelista reside, en que el novelista tan solo construye una imagen coherente, que tenga sentido. A esto el novelista tan solo le importa el exterior del acontecimiento, y lo demás lo deja a su mero imaginario lleno de pasiones y emociones. Pero el historiador tiene doble tarea, hace lo mismo que el novelista y la vez construir una imagen de las cosas, tales como ellas fueron, y de los acontecimientos, tales como ocurrieron. La base para el historiador en su actividad, son los testimonios del pasado.

Es testimonio histórico todo aquello que el historiador puede utilizar como testimonio histórico. Valga la redundancia, pero es la única fuente que aclare sus inquietudes en su quehacer. Este testimonio tiene que ser algo perceptible para él, hic et nunca. Y de todas las cosas perceptibles para él no hay ninguna que no pueda utilizar como prueba histórica en alguna cuestión, si la aborda con la pregunta justa en la mente. Aunque el problema aquí es, que si todo el pensamiento es histórico, hasta donde se limita la capacidad histórica para decir que es histórico y lo que no es. Porque la totalidad del mundo perceptible es potencialmente y en un principio testimonio histórico para el historiador. El problema puede aclararse con el hecho de que el testimonio histórico es testimonio histórico solamente cuando alguien lo considere históricamente.

Si el pensar histórico es aquella actividad de la imaginación mediante la cual nos esforzamos por dar a esta idea innata un contenido detallado, lo cual hacemos empleando el presente como testimonio de su propio pasado. Porque el presente es lo único, en que nuestra mente esta conectado, partimos del presente hacia aquel pasado. Nunca a la inversa.


Y por fragmentarios y defectuosos que puedan ser los resultados en el trabajo del historiador, la idea que gobernó su curso es clara, racional y universal. Es la idea de la imaginación histórica, como forma de pensamiento autodependiente, autodeterminante y autojustificante. Ya que el historiador no se condiciona ante el pensamiento histórico, y mientras este pensamiento siga claro, racional y universal seguirá haciendo su actividad con una continuidad fluida.





Evidencia del conocimiento histórico



En historia, las conclusiones son acerca de acontecimientos, cada uno de los cuales tiene su propio lugar y fecha. La exactitud con que el historiador conoce un lugar y una fecha es variable; pero siempre sabe que hubo un lugar y una fecha y, dentro de ciertos límites, siempre sabe cuales fueron, siendo estos conocimientos parte de la conclusión a donde lo lleva el razonamiento acerca de los datos que tiene entre sí. Y lo sabe porque ese pasado deje huellas en su presente, el acontecimiento dejo rastro en el lugar donde sucedió.

Pero la historia no permite al historiador arrogarse nada a menos que pueda justificar su pretensión exhibiendo ante si, primeramente, y luego ante quien pueda y quiera seguir su demostración, las bases de las que parte. Esta justificación es, la que el historiador debe tener en cuenta ante el conocimiento de los hechos. Y la manera como el conocimiento se relaciona con las bases en que se apoya es, de hecho, la misma para toda clase de conocimiento.

La historia es autónoma. Ya que contiene sus propios métodos, y las mentes que conocen el trabajo histórico quedan exentos de otras disciplinas. Por eso el historiador tiene el derecho y la obligación de decidir, mediante los métodos propios de su propia ciencia, cuál es la solución correcta de cada problema que se le plantea en el ejercicio de esa ciencia. Cuando el historiador acepta una respuesta preconfeccionada a alguna pregunta por él planteada, respuesta que le da otra persona, esa otra persona se denomina su “autoridad”, y la afirmación hecha por tal autoridad y aceptada por el historiador se llama testimonio. Y cuando el historiador acepte el testimonio de una autoridad y lo trate como verdad histórica, pierde visiblemente el nombre de historiador; pero no hay otro nombre que darle. Pero el historiador al ser libre en su quehacer, no siempre por el hecho de que acepte el testimonio de la autoridad, este dejara de ser historiador. Pero ocurre algo en su historia que hace, una historia que hasta hace muy poco tiempo seguía viva.

A ésta historia que se construye entresacando y combinando los testimonios de autoridades diferentes es denominada historia de “tijeras y engrudo”. Esta no es realmente historia, ya que no satisface las condiciones necesarias de la ciencia; pero es la que hasta hace poco fue la única historia que existía, y una parte de la que se escribe, pertenece a este tipo.

El método de “tijeras y engrudo” era el único que conocían en el mundo grecorromano tardío o en la Edad Media. Esta actividad funciona así, el historiador recopilaba testimonios, hablados o escritos, juzgando por sí mismo en lo tocante a su veracidad, y luego los juntaba y publicaba, trabajo que era en parte literario – la presentación como una narración articulada, homogénea y convincente – y en parte retórico, ya que estos historiadores antiguos y medievales proponían probar una tesis. El historiador debe abandonar este método de seguir copiando los testimonios de las mejores fuentes, y solamente lo hará llegando a conclusiones propias. Al hacer esto se desprenderá de las autoridades, y entenderá la historia en su manera en que llegue a sus conclusiones, y deje atrás los testimonios de autoridad. Aunque este método parece perfecto en sí mismo, el historiador tiene un problema ejerciéndolo.

El único problema para el historiador de “tijeras y engrudo” es aceptar o rechazar cierto testimonio relativo a la cuestión que le interesa. Si la conclusión es negativa de acuerdo a su testimonio, eso le prohibirá aceptar. Pero si es positiva, lo más que ésta le da es un Nihil Obstat. Aquí el historiador seguirá haciendo lo mismo de siempre, con una conducta hacia lo mas fácil. Porque al haber una conclusión negativa, esta lo hará detenerse por su mismo instinto de cortar y pegar.

En la historia de “tijeras y engrudo” el historiador adopta una actitud prebaconiana. Sus actitud antes sus autoridades, como lo dice la misma palabra, es de respetuosa atención. Pero su actitud de atender a su autoridades, es hacer lo que la autoridad ya ha hecho, y con esto llegara a una conclusión ya demostrada. El historiador en la historia científica, o historia propiamente dicha, se ha cumplido la revolución baconiana. El historiador de “tijeras y engrudo” lee simplemente a Herodoto, Tucidides, etc., con espíritu receptivo para averiguar lo que dijeron. El historiador científico los lee con una pregunta en la mente, después de haber tomado la iniciativa a decidir por su cuenta que es lo quiere averiguar. Cada paso del razonamiento depende de plantear una pregunta. Porque al tener en mente el estado de la cuestión, el historiador hace historia meramente dicha.

Si bien la historia de “tijeras y engrudo” significa el repetir declaración que otras gentes han hecho, solo puede ponerse a trabajar cuando le proporcionan declaraciones ya hechas acerca de los temas sobre los cuales quiere pensar, escribir, etc. Esto quiere decir que esta clase de historiador hace trabajos e investigaciones en las cuales las fuentes estén más cerca de su alcance y que sea lo que otra persona escribió antes.

La diferencia entre el historiador científico y de “tijeras y engrudo”, es que este ultimo se interesa en el contenido, como se le denomina, de las declaraciones, le interesa lo que declara. El científico se interesa por el hecho de que se hacen las declaraciones. Ya que el historiador científico siempre pone en tela de juicio el hecho en si de tal o tales declaraciones.

El historiador de “tijeras y engrudo” se protege de ver la verdad acerca de sus propios métodos mediante la selección cuidadosa de temas con los cuales puede “salir adelante”. En los cuales la accesibilidad a ciertos testimonios en cantidad es fácil para él, y esta accesibilidad sea de una manera directa, la cual no lo cuestione o incite repensar el pensamiento histórico.





La historia como re-creación de la experiencia pasada


Las condiciones que puede el historiador conocer el pasado son diversas, el pasado nunca es un hecho dado que podamos aprehender empíricamente mediante la percepción, el historiador no es un testigo ocular de los hechos que desea conocer. Porque en su conocimiento del pasado, es un ciego en ello, una manera en la cual esa percepción siempre será así. Y sabe muy bien que su único conocimiento posible del pasado es mediato o inferencial o indirecto, nunca empírico. Porque lo empírico, porque si fuera así todo seria tan fácil como hacer una historia, de recortes y gustos particulares. Y ésta mediación no puede efectuarse por medio del testimonio. Ya que no se puede basar en ello. Esta mediación seria cuando mucho creencia, no conocimiento, y una creencia muy mal fundada e improbable. Una creencia que muchas veces sigue acosando a cierta clase de historias, que en lo particular son un mal camino a seguir.

Si el historiador no tiene conocimiento directo o empírico de los hechos, ni conocimiento transmitido o testimonial de ellos. El único conocimiento que puede conocer es que el tiene que recrear el pasado en su propia mente. Los testimonios o ciertas reliquias del pasado, son la forma de descubrir que pasado fue ese que dejo tras de sí estas reliquias. Las reliquias son ciertas palabras escritas, y en ese caso tiene que descubrir que quiso decir con ellas la persona que las escribió. Esta recreación compite de manera desmesurada en las diferentes historias que muchas veces hemos leído, porque algunas son una mera recreación de ese pasado que sigue desolado ante muchos historiadores.


El pensamiento mismo no esta envuelto en el fluir de la conciencia inmediata; en algún sentido se halla fuera de fluir. No solo es el objeto del pensamiento el que en algún modo se halla fuera del tiempo, también lo hace el acto de pensamiento, en este sentido al menos, ese mismo acto de pensamiento puede durar a través de un lapso y revivir al cabo de un tiempo en que estuvo a la expectativa. Pero siempre y cuando ese acto de pensamiento no sea súbito, porque seria una inmediatez que de nada puede servirle al quehacer del historiador. Este tiene que concentrar un grande lapso de tiempo para revivir lo que esperaba de ello.

Este pensamiento no pude ser jamás un mero objeto. Conocer la actividad de pensar de otro es posible sólo en el supuesto de que esta misma actividad puede re-crearla uno en su propia mente. En ese sentido, saber lo que alguien esta pensando o ha pensado, supone pensarlo por uno mismo. El hecho de que alguien ejecute un acto de pensamiento que alguien ha ejecutado antes no lo convierte en historiador. No en teoría, porque este mundo esta lleno de racionalidad. Y aunque alguien lo haya pensado no signifique que igual que el anterior. No es posible decir que sea un historiador sin saberlo: a menos que sepa que esta pensándolo históricamente, no está pensando históricamente. Ya que el pensar histórico es una actividad. Actividad que es necesaria tenerla en mente para analizar, cuestionarse y llegar a una conclusión en la historia.

Esta re-creación del pensamiento pasado no es una precondición del conocimiento histórico, sino un elemento integral de él; por tanto, el efecto de la pretensión es hacer imposible dicho conocimiento. En un acto de pensamiento volverse subjetivo deja de ser objetivo, y así al volverse presente deja de ser pasado; solo se puede tener conciencia de él como el acto que se ejecuta hic et nunc, no como el acto que algún otro ha ejecutado en otro tiempo. Este actor es el historiador, ya que el esta en su hic et nunc, haciendo el quehacer histórico; y en aquel pasado que alguien ejecuto en su tiempo, para esa persona no es historia. Esto nos lleva a que todo lo que nosotros estamos haciendo hic et nunc, es historia, pero uno no la piensa como tal, es el acto inherente de una mismo. Y por ende esto nos puede llevar a caer en una contradicción por razón de ser subjetivo o objetivo.

El historiador, gracias al empleo de pruebas del mismo carácter general, puede recuperar los pensamientos de otros, llegando a pensarlos, aun cuando nunca los haya pensado antes, y sabiendo que esta actividad es la re-creación de lo que aquellos hombres pensaron alguna vez. Porque el simple hecho de que César cruzara el Rubicón, es una acontecimiento que desencadeno otro conocimiento. Nunca sabremos jamás a que olían las flores del jardín de Epicuro, o como sentía Nietzsche el viento en el cabello al caminar por la montaña; pero la prueba de lo que estos hombres pensaron esta en nuestras manos. Y al re-crear estos pensamientos en nuestras propias mentes mediante la reinterpretación de esas pruebas podemos saber, en la medida en que hay conocimiento, que los pensamientos que creamos fueron los suyos.

Siempre que haya un conocimiento, podremos recrear en nuestros pensamientos las acciones de cualquier personaje. Por el sencillo hecho de querer autoconocernos, de cuestionar nuestros sentidos objetivos y subjetivos en el pensamiento histórico.


El asunto de la historia

El conocimiento histórico, es aquel que puede recrearse en la mente del historiador. Y no puede haber historia de lo que no es experiencia sino mero objeto de la experiencia. Por esto es que no hay y no puede haber historia de la naturaleza. Por el hecho de cómo el hombre de ciencia percibe la naturaleza. Esta percepción de la naturaleza es, porque contiene procesos y sus cambios en el tiempo son esenciales. Por el hecho de que estos cambios son genuinamente creadores, no simples repeticiones cíclicas fijas, sino el desarrollo de nuevos órdenes del ser natural. Pero esto no prueba que la vida de la naturaleza es una vida histórica o que el conocimiento que de ella tenemos es un conocimiento histórico.

El pensamiento en su conocimiento histórico, puede estudiar sus detalles particulares y su carácter general; ya que encuentra en él un puro objeto de estudio, el cual, a fin de ser estudiado, no tiene que ser, y a decir verdad no puede ser, re-creado en el pensar acerca de él. Porque a medida que en que pensamos en sus detalles particulares, recordamos experiencias propias o entran en simpatía y imaginación en las de otros, lo que se hace es una contemplación sencillamente como objetos externos desde nuestro presente. He aquí el historiador no puede aprehender el acto individual de pensamiento en su individualidad tal como sucedió. Lo que aprende ello es tan solo algo que este podía haber compartido con otros actos de pensamiento y así efectivamente comparte con el suyo.

Como acto de individualidad la historia es un conocimiento de ello. Es un campo amplio y demasiado estrecho. Amplio, porque la individualidad de los objetos y los hechos caen fuera de su esfera. Por el hecho de estudiar la individualidad de los acontecimientos y personajes históricos. Y es estrecho este acto, porque excluiría la universalidad, y es justamente la universalidad de un acontecimiento o carácter la que lo convierte en objeto propio. Así trascendiendo su propia inmediatez , sobrevive y revive contextos, y expresa la verdad de que los actos o personas individuales aparecen en la historia, porque el pensamiento de individualidad es el vehiculo que por haber sido efectivamente el de esas personas o actos, es potencialmente el de todo el mundo. Porque no puede haber historia de otra cosa que no sea el pensamiento.

En el quehacer del historiador, el objeto tiene que ser de tal carácter que pueda revivirse a si mismo en la mente del historiador; ya que por su mente el historiador tiene que ser de tal manera que esta le ofrezca abrigo a esa revivificación. El problema es que si al historiador se le exige que estudie tales temas que le desagradan, ya que estos se encuentras dentro del periodo que su propia conciencia vaga imagina, el historiador se limita a repetir las declaración que registran hecho externos de su desarrollo; nombres y fechas, y frases descriptivas ya hechas. Siempre y cuando a este se le condicione hacer el estudio de tales temas, esto crearía un historiador de tijeras y engrudo. Que seria un historiador hecho a manera manipulada por sus autoridades.

En su conocimiento histórico tiene, como su objeto propio, el pensamiento, este no es de cosas acerca de las cuales piensa, sino el acto de pensar mismo. Para así tener una continuidad en su trabajo, aunque su acto no sea de una manera inmediata, positivamente el historiador tiene que hacer una distinción, reconocer la actividad del yo como una sola actividad que persiste a través de la diversidad de sus propios actos. Esto lo lleva a una autoconciencia, por que el yo, es una flujo de su conciencia, una serie de sensación y sentimientos inmediatos; pero la actividad de volverse consciente de esta continuidad es lo que se llama pensar. Es parte en si misma en el hecho en que el hombre por autoconocerse, va más allá de su subjetividad cotidiana.

Y una vez llegado mas allá de su subjetividad, la conciencia es ya autoconciencia o pensamiento, pero esta es imperfecta por que poseerla es ejecutar una cierta actividad mental, es decir, pensando, de lo que cual no es consciente. El hecho de que el pensamiento histórico es siempre una reflexión, ya que el acto de pensar es de esa especie. Y para que este acto reflexivo se convierta en materia histórica, tiene que ser un esfuerzo más consciente. Pero el acto en sí mismo cualquier persona lo haría, la característica recae en que este acto es a propósito, que haya habido una base de propósito sobre la cual hay que construir la estructura del acto y a la cual tiene que conformarse. Estos actos a propósito son los unico que pueden convertirse en materia de la historia.

Este propósito, posibilita el cumplimiento del historiador con su deber, ya que toda investigación efectiva empieza en cierto problema y el propósito de su investigación es resolver ese problema. La dificultad del historiador es identificar el problema, y mediante este esfuerzo por identificarlo es lo que le importancia al estudio de la influencias, y las influencias son la decantación de pensamientos ya acuñados de una mente a otra.



Historia y Libertad

La conclusión ulterior de que la actividad por la cual el hombre construye su mundo histórico, que cambia sin cesar, es una actividad libre. Ya que este termino es propio de todos lo hombre, ya que en algún momento de su vida son libres, libres para hacer lo que quieran. Comer y dormir son actividades animales que perseguimos bajo el impulso del apetito animal. La historia no ocupa de esto, al historiador en cuando a historiador le da igual que no haya habido que comer en la casa de un pobre, tal vez solo le importe como hombre que tiene sentimientos. Pero le interesa la acción a que pueda verse conducido el pobre, no por el hecho del hambre, sino por el pensamiento de ese hecho.

La compulsión que el historiador tiene al enfrentarse al hecho de su propia situación, nunca esta libre de su actividad racional. El ser racional es pensar, y para aquel hombre que se propone actuar es pensar lo importante acerca de la situación en que se encuentra, pero respecto a esta situación no es libre, ya que no puede cambiarse mediante decisiones de su parte o de algún otro. El éxito o el fracaso de sus acciones dependen de que capte debidamente la situación o no. La libertad que hay en la historia consiste en el hecho de que esta actividad no se le impone a la razón humana, sino ella misma. Porque los acontecimientos pasados no son meras imposiciones, son hechos súbitos ocurridos. Aunque ciertas maneras erróneas de pensar son hechos tan históricos como las justas, de aquí que el historiador piense que erróneo, se le deja a su criterio.

Y al descubrir el historiador que los hombres cuyas acciones estudia son libres, este es un descubrimiento que toda historiadora hace cuando alcanza su dominio científico de su propio tema. Y con esto el historiador es libre de la dominación de la ciencia natural en su actividad racional. y lo anterior comenzó cuando los historiadores empezaron a comprender que sus disciplina necesitaba un orden, y así elevarse al nivel de una ciencia. El libre deseo de la acción humana por alcanzar la autonomía para la historia.



El progreso como creación del pensar histórico

El progreso para la naturaleza se empleado como evolución, la evolución es un termino que se aplica a los procesos naturales en medida que se le consideren que estos dieron existencia a nuevas formas especificas en la naturaleza. Si los acontecimientos de la naturaleza se repiten uno a otro específicamente, mientras estas formas especificas permanecen constantes a través de la diversidad de los casos individuales, de manera que el curso de la naturaleza es uniforme y el futuro se asemejará al pasado. Si al llamar evolutivo a un proceso natural, es lo mismo que llamarlo progresivo. En este sentido de la palabra el progreso, es progresivo por que este significa ordenado, que exhibe orden. El progreso es una ley de la naturaleza. El hombre esta sujeto a las leyes de la evolución, y el proceso histórico es idéntico a estas leyes. En pocas palabras si la idea de que progreso histórico se refiere a algo , aquí es donde este cobra existencia no solamente de nuevas acción o pensamientos que pertenecen al mismo tipo especifico, sino nuevos tipos específicos. El progreso no es el hecho de que el historiador advierte que el hombre renacentista paso de una arma rudimentaria como la gladius hispaniensis a un arcabuz, en este sentido no se le considera un progreso, sino un mero cambio.

Por la razón anterior, los cambios en la manera de vida de una sociedad se conciben muy raramente como progresivos, aun en donde se generen. Ya que se hace por el impulso ciego de destruir lo que no comprende, tildándolo de malo, y luego sustituirlo con algo que considera buena. Y en toda sociedad se ha visto esto, desde la época primitiva hasta el capitalismo.

La idea de la historia como progreso desde los tiempos primitivos hasta el día actual era, para los que creían en ella, una simple consecuencia del hecho de que su horizonte histórico no iba mas allá del pasado reciente. Por cada personaje en su tiempo es libre de declarar sus deseos y razones de acuerdo a su horizonte. Cuando Voltaire asentó que toda historia es historia moderna, es porque el vivía en su progreso de modernidad del periodo que vivía. En el caso de la Edad Media, su origen fue la creencia en esas épocas oscuras y bárbaras que ellos vivían, bajo un temor divino de la vida.

El progreso en cualquier ciencia, es una etapa de su desarrollo en la que resuelve los problemas que la derrotaron en la anterior. Se da este progreso porque los hombres y sus conocimientos cambian a medida que pasa el tiempo. Si Einstein logra un adelanto sobre Newton, lo hace conociendo el pensamiento de Newton y reteniéndolo dentro del suyo, en el sentido de que sabe cuales eran los problemas de Newton. Y así vive Newton en Einstein de la manera como cualquier experiencia pasada vive en la mente del historiador, como una experiencia pasada conocida como pasado, como el punto a partir del cual se inicio el desarrollo con que se ocupa. Es porque la historia del pensamiento es toda historia del pensamiento.

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